Con dolor y críticas, un amigo despidió al médico Bornes
Sin poder acercarse a despedirse tras su deceso, como se establece por la pandemia y la cuarentena, un allegado al médico del Marzetti se descargó con un largo mensaje en Facebook, donde no ahorró cuestionamientos al sistema de Salud y a la política.
Sin poder efectuar un velatorio ni a estar con los familiares por los condicionamientos y exigencias del coronavirus, se conocieron en las redes sociales varias muestras de dolor y comentarios conmovidos por la muerte sorpresiva y repentina del médico Héctor Bornes. Entre ellos se destaca la de Luis Herrera, un amigo de la adolescencia del profesional del Hospital municipal ‘Angel Marzetti’, que desde Carlos Casares destacó el trabajo del profesional y don de gente.
“Mi amigo no debió morir y menos con esa urgencia de médico vocacional. Conservo, leo y releo sus últimos mensajes. Datan de las 12.50 del día de ayer. Qué injusticia, por Dios!”, afirmó Herrera, el amigo del médico en su cuenta de Facebook, que se enteró de inmediato del deceso en el Hospital de la Cuenca Alta de nuestra ciudad.
A pocas horas del fallecimiento, destacó: “Ayer (jueves 23 de abril) fue estupor y tristeza infinita. Hoy, desolación y bronca. La muerte absurda, ilógica, la sinrazón, la irracionalidad y la desidia de los Estados ausentes, deficitarios, promiscuos, abandónicos y pintados de corrupción. Esa corrupción que mata y olvida. El Dr. Héctor Manuel Bornes, “Chino” para sus afectos, no debió morir. Y no debió morir por una multiplicidad de razones. Porque fue un gran tipo, hijo, hermano, esposo, padre y amigo. Mi amigo no debió morir. Porque abrazaba con fervorosa vocación la medicina y el amor por las personas. Clínico de los buenos, hombre de permanente consulta de pares, estudioso, comprometido con su profesión y con sus pacientes”.
Su amigo también destacó que era un amante de las mascotas, basquebolista, fotógrafo y un amoroso con su esposa Silvia y los hijos Sebastián y Manuel. Además de un curioso por conocer otras culturas y costumbres, a través de los viajes. En la adolescencia ambos habían sido presidentes de los centros de estudiantes de sus colegios y se identificaban con los bomberos voluntarios, donde Héctor decía que iba a sumarse pero como médico.
El amigo expresó: “era crítico de su propio ecosistema y daba cuenta de la precariedad laboral, de los edificios derruidos, de los nuevos médicos con deficiencias en su formación, de los paupérrimos salarios de las enfermeras y enfermeros, de sus propios salarios que eran vergonzantes. Hace unos meses me había exhibido un recibo de sueldo por la insultante suma de 15.000 pesos. Y también porque denunciaba abiertamente que el sistema no los cuidaba y era cierto. El Coronavirus, maldito bicho si los hay, fue su Espada de Damocles y así lo advertía a sus allegados. ‘Estamos en pelotas frente al COVID’, sentenció entre nosotros. Y así fue”.
En esa línea críticó al sistema político y de Salud, definió como “una muerte que encargó un nuevo sicariato que atiende a otros intereses. Los sicarios de la nueva política que son los mismos de la vieja política. Los actuales y los anteriores, los nuevos y los viejos. Distintas manifestaciones de una misma podredumbre que desaprensiva e ignominiosa viene a constituir lo que desde hace años defino como ‘políticas de menos de medio pelo’. La que hacen los bastardos y corruptos políticos que se dicen dirigentes”.
“Que mal paridos son estos tipos que mataron a mi amigo. Qué soretes son, escatológicamente hablando. Porque no lo cuidaron. Lisa y llanamente lo mandaron al frente de batallas sin defensas, ‘en pelotas’, como él acertadamente lo definió. Entonces, ¿para qué los aplausos? ¿Para qué las evocaciones grandilocuentes de la dirigencia política tratando a médicos y enfermeros de héroes?. Si ellos no quieren ser héroes. Ellos necesitan volver a sus casas sanos, ellos necesitan proteger a sus familias y seres queridos, ellos necesitan salarios justos y condiciones de trabajo dignas, ellos necesitan insumos, protecciones eficientes, cuidados, atención y ser escuchados. Pero a no confundirse, hablo de los médicos y enfermeras que se juegan el pellejo, no de los que ejerciendo funciones directivas en los centros de salud perdieron la empatía y se han convertido en partícipes necesarios de estas muertes injustas”, expuso en su visión y la que tenía su amigo de la adolescencia de Casares.
Leandro Barni
leandrob@elciudadano.com.ar
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