Preocupación en los trabajadores de Alcuba por la inactividad

Los locales de entretenimiento nocturno serían los últimos autorizados para volver a abrir sus puertas y los empleados del sector se preguntan qué pasará con los boliches.

Las noches de sábado en Alcuba seguirán vacías.

El último 19 de abril Alcuba cumplió su sexto aniversario sin música, sin festejos y con las inquietudes de la plantilla de empleados, de encargados y de su propietario por el mantenimiento de la fuente laboral.  
Es común que se asocie a los locales bailables con la juventud, la diversión y a veces con los desmanes; pero en esta ocasión son los trabajadores de Alcuba el centro de atención porque desde el comienzo de la cuarentena, hace 36 días, pasaron seis fines de semana en los que el baile permanece cerrado.  
En el plantel laboral hay una parte del personal con un salario estable y otros temporarios; el mismo está compuesto por alrededor de cincuenta personas entre seguridad, limpieza, servicio de barra, relaciones públicas, mantenimiento, cuidadores en la vía pública y administrativas de la caja. 
El encargado de seguridad de Alcuba, Julio Figueroa, comentó a este medio “la gente pregunta, te llama, te manda mensaje. Tuvimos un aniversario complicado. El dueño está a favor de las medidas sanitarias, pero a él y al personal que labura lo afecta enormemente. Por el momento está tratando de aguantar, paga el alquiler e impuestos sin generar ingresos, si de acá en adelante la situación continúa capaz se generen más dudas”.
El dueño del boliche y los encargados hablan semanalmente por teléfono para diagramar diferentes posibilidades de una próxima apertura, pero saben que los emprendimientos nocturnos serán de los últimos sectores de entretenimientos autorizados para volver a funcionar. “Lo que hablábamos con el dueño y con el otro encargado es ver cómo podríamos hacer para generar un ingreso. El Gobierno dice que no somos necesarios, pero para la gente que labura y vive de esto se nos complica. Hay muchos que solo tienen este ingreso, hay padres de familia. Pensamos mil formas de abrir, con grupos reducidos de gente, pero hasta que el Gobierno no diga lo contrario no se puede hacer nada”, completó Julio.          
La decisión de autorizar el funcionamiento de los boliches se tomará entre los municipios, las autoridades provinciales y hasta nacionales por las características propias de estos locales, cuyo argumento de éxito se basa en compartir noches de amigos y amigas a partir del contacto físico y la acumulación de personas. Cabe remarcar que estas particularidades proporcionan un ámbito propicio para la propagación del COVID-19.
“Sabemos que somos el último eslabón en la cadena, como todos los entretenimientos nocturnos como confiterías, bingos o shoppings. Nosotros tenemos patio y se pensó que quizá se pueda habilitar esa parte sin que la gente se junte para poder, aunque sea, pagar los sueldos de los empleados. Pero todavía no se sabe nada”, aclaró el encargado de seguridad y agregó: “tanto el dueño como yo y el resto de mis compañeros lo que queremos es laburar, es un mango que nos entra y nos hace falta. Hay algunos que tienen otro trabajo pero la mayoría no, van trabajando en distintos boliches para armarse un sueldo y hoy no lo tienen. Ojalá que escuchen a los distintos sectores y que no se olviden de nosotros. No sé hasta cuándo vamos a poder aguantar. El dueño solo quiere que el boliche labure para poder pagar los sueldos, nada más”.  
El propietario del Alcuba atraviesa las últimas semanas entre “la presión, la amargura y la tristeza”, revelan los íntimos, y comenzó a negociar el pago del oneroso alquiler del local mientras realiza el mantenimiento del mismo con la ayuda de algunos empleados.
Otros locales cañuelenses con la misma problemática son Astor y el clásico Old West.


Marcelo Romero
marcelo@elciudadano.com.ar

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