El Fútbol Femenino de Cañuelas se encuentra en plena transición. El torneo pasado no fue del todo bueno, el equipo terminó último en su zona y se salvó por poco del descenso. Tras el alejamiento de Mauro Monti, la dirigencia apostó por Darío Lorenzo, un director técnico experimentado que llegó junto a Alfredo Ferreyra, compañero en la dupla.

Lorenzo, de 58 años, trabajó dos años en Estados Unidos, pasó por Libia y China y sumó experiencia en Tristán Suárez, donde se destacó en el Fútbol Infantil como coordinador. También formó parte de la filial de River en Canning. Ahí mismo, en el partido de Ezeiza, trabaja como formador en una escuelita que él mismo creó, que lleva su nombre y compite en varias ligas de la zona.

“Encontré a un grupo de jugadoras muy chicas pero con mucho futuro. Vamos a realizar varias pruebas en la zona, Monte y Lobos, para reunir un plantel con la mejor forma para tratar de mejorar la última campaña. Y bueno, si el trabajo va de la mano con los resultados poder soñar con un ascenso”, contó el DT tras su primera semana de trabajo.

De cara la dificultad para conformar un plantel completo, una de las falencias durante el año, dijo: “Estuvimos hablando con un club ya que vamos a recibir a algunas jugadoras para armar una base sólida”.

El técnico llegó con un extenso prontuario en el exterior: “En Estados Unidos estuve en una academia, Magic Soccer, que era manejada por Patricio Margetic, un argentino que jugó en esa liga en la época del Cosmos de Pelé. Trabajé en Michigan y me fue muy bien, aprendí muchas cosas. Después pasé por China, otro paso importante, ya que me tocó desarrollarme en un país innovador”.

Pero sin dudas, su etapa en Libia fue determinante: “Fueron años muy importantes para mí en un país musulmán y me tocó estar en la época de la dictadura de Gadafi y luego en la revolución, pero me respetaron mucho y me hicieron sentir como en mi casa. Siempre tuve en claro que estaba representando a un país y además me cuidé mucho ya que era uno de los pocos argentinos trabajando ahí”.

Su historia ahí cuenta con una perlita: “Estuve varios años trabajando en un club que era manejado por el hijo de Gadafi, me puse a tono con el idioma y uno de mis logros fue el descubrimiento de Moatasem Al Musrati, una de las figuras del Sporting Braga, quien justamente esta semana jugó contra el Real Madrid en la Champions League”.